Me gustas cuando callas
Me
gustas cuando callas porque estas como ausente
y
me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece
que los ojos se te hubieran volado
y
parece que un beso te cerrara la boca.
Como
todas las cosas están llenas de mi alma
emerges
de las cosas llenas del alma mía.
y
te pareces a la palabra melancolía.
Me
gustas cuando callas, y estas como distante
Y
estas como quejándote, mariposa en arrullo
Y
me oyes desde lejos y mi voz no te alcanza:
déjame
que me calle en el silencio tuyo.
Déjame
que te hable también con tu silencio
claro
como una lampara, simple como un anillo.
Eres
como la noche callada y constelada.
Tu
silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me
gustas cuando callas porque estas como ausente,
distante
y dolorosa como si hubieras muerto.
Una
palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y
estoy alegre, de que no sea cierto.
PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS...
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por
ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches
como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me
quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche
inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
Qué importa
que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo.
A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para
acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma
noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será
de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en
noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque
éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda